jueves, 29 de octubre de 2009

Día de Muertos...

De peque siempre escuchaba relatos e historias sobre el Día de Muertos, daban miedo y me sugestionaban hasta soñar con ello, miedo o no me quedaba a escuchar hasta el final abrazando a quien estuviera a mi lado, cerrando los ojos en el momento sublime de la historia, viendo los rostros atentos de los demás, nunca faltaba el gracioso que apagaba la luz y gritaba como desquiciada...

Una ocasión que regresaba de una cena con mis padres, nos encontramos con unos amigos y nos quedamos a platicar en plena calle faltaban pocos minutos para la media noche, una noche clara donde podías apreciar las estrellas, las constelaciones, de pronto vi una que según yo era estrella pero se movía muy lento, conforme se acercaba iba tomando forma, cual fue mi sorpresa al ver que era una bola de fuego, como era eso posible? sin mas pregunté que es eso? señalando el objeto, la respuesta obtenida fue una bruja.

En otro momento vi una especie de vela suspendida en el camino, algunos dicen que cuando la ves es porque hay dinero en ese lugar y la suerte es para ti, otra de las cosas que he visto o me han pasado fue cuando caminaba con mi hermano después de regresar de una reunión de amigos, igual faltaban pocos minutos para la media noche la calle tranquila no había tráfico de pronto una especie de nube en la copa de los árboles del bulevar sentimos escalofríos pero no le dimos importancia, en la esquina de la casa había una camioneta estacionada que transportaba ataudes justo cuando pasábamos crujieron las cajas, al otro día tanto mi hermano como yo teníamos moretones en los brazos.

Y finalmente el que literalmente me paralizó por minutos, era de madrugada había cachorritos en la casa y estaban llorando tanto que no me dejaban dormir, nadie hizo caso mas que yo y se me ocurrió levantarme para ver que pasaba, en efecto uno de los cachorritos se había alejado de la madre y por eso estaba de chillón, justo cuando me disponía a regresar a mis aposentos vi una especie de velo blanco suspendido a escasos 5 metros de la azotea, los perros aullaban, mi cuerpo no se movia, me invadió el frío de la noche, mi mirada estaba fija en el velo que no se movía tampoco, lo único que se me ocurrió rezar en mi mente ya que ni gritar podía, como por arte de magia el velo desapareció y me pude mover, puse paso veloz y traté de conciliar el sueño...

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