lunes, 20 de septiembre de 2010

Adrenalina, Miedo y Asco...

Adrenalina, Miedo y Asco son tres palabras que me provoca el ver un accidente que implique ese líquido rojo que nos mantiene vivos: la sangre.
Tener la profesión que tengo y trabajar en lo que me gusta a veces implica ver cosas que a muchos les aterra, lo confieso a mi también me da terror, pero como me dicen algunas personas te vas acostumbrando y después lo ves como algo normal, así es, ya me acostumbré a ver accidentes, pero aún no me acostumbro al olor a sangre.
Las veces que he presenciado una situación de estas, solo ha sido para tomar datos y fotos, nunca me acerco mas allá de donde se me permite, de donde quiero llegar, de donde no estorbe, a lo mucho he ayudado a meter tabla y ya, hasta ahi, siempre dije que no me atrevería a tocar a una persona herida y mucho menos embarrarme de sangre.
He visto cosas que a muchos les espantaria, creo que desde que las vi, me empezó a dar asco la sangre, el día pintaba tranquilo, normal como fue todo este fin de semana, en eso la tranquilida se vio interrumpida por un sonido que avisa sobre una emergencia, tomas tu equipo, das aviso y te diriges al punto del incidente.
Al llegar el centenar de curiosos que sirven para dos cosas, bueno algunos no todos, unos desvian el tráfico, otros estan de mirones, unos se rien, otros se aprovechan y unos mas se histerizan... mi labor bajar botiquin o tabla, férulas si es el caso, tomar datos de vehículos, nombre de oficiales, unidades involucradas, etc., hoy no fue así, estaba sacando datos cuando escuché una voz que me decía ponte guantes y ven acá...
Ay mamá ahi si me bloquié no escuchaba nada más que aquella voz que me ordenaba que hacer, primero sostener la cabeza de la cual brotaba sangre, si ese líquido rojo que tiñe cada vez mas la ropa, que se coagula una vez que no está a su temperatura, con todo el asco y la adrenalina que tenía tuve que tocar por vez primera a una persona herida.
Procuré no pisar esos coágulos, me arremangue la sudadera y de pronto empecé a sentir húmedas mis manos, cuando bajé la mirada todo era color rojo, y en ese momento que se te hace eterno, la voz me decía, preguntale que día es hoy, como se llama, cuantos años tiene, a donde iba, todo, no dejes que se duerma, háblale, sosten bien la cabeza...
La persona no recordaba el día, pero si su nombre, me preguntaba donde estaba, que le había pasado, trataba de tranquilizarlo diciendole que solo se había caido, que ya lo estaban atendiendo, que no se moviera porque le dolería mas, en eso de nuevo la voz en jefe a la de tres meten tabla, ya sabes como llevar la cabeza.
En lo que seguia tranquilizando y preguntando no me percaté de la labor de los paramédicos, solo vi que vendaban una pierna, mientras yo sentía mojadas mis manos, esas herramientas que no podía quitar de la cabeza herida aunque quisiera, por mas asco y miedo que tenga, se que ayudé en algo, creo que en parte me ayudó la adrenalina que traía encima, fueron pocos los minutos que se te hacen eternos, por fin pude quitar las manos, sacarme los guantes y respirar profundo.
Sin lugar a dudas un día fuera de lo normal donde la adrenalina me ayudó, el miedo lo vencí y el asco se quedó...

1 comentario:

  1. Siempre he dicho que una cosa es decir que harías en esos momentos y otra muy distinta es lo que realmente haces y como reaccionas,no sé si felicitarte o no, lo que si sé es que por primera vez te pusiste en los zapatos del herido y ves la realidad del dolor.

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